jueves, 28 de agosto de 2014

La encina centenaria de Udalla, Udalla-Ampuero

En nuestra predilección por los árboles en general y emblemáticos en particular, queremos dedicar una de las primeras entradas de la temporada a uno de estos últimos: la encina centenaria de Udalla. Udalla es una población del municipio de Ampuero, en la comarca cántabra de Asón-Agüera. Bajo esta encina se celebraron los concejos abiertos o reuniones vecinales del lugar y, por lo tanto, como otros muchos árboles de concejo, fue testigo de numerosos acuerdos, además de la planificación de trabajos comunales, de celebración de distintos rituales, de gestión de bosques y pastos, etc. Para tener un mayor entendimiento sobre qué se entiende por "árbol de concejo", traemos unas líneas extraídas del libro "La magia de los árboles" de Ignacio Abella.

Foto: Wikipedia

*Fuente: La magia de los árboles, Ignacio Abella

Bajo la denominación de “Árboles de Concejo”, Árboles de junta o junteros ,entendemos todos aquellos que tradicionalmente servían como sede de las reuniones vecinales. 
La etimología es clara, concejo viene del latín “concilium”, asamblea o reunión. Y una institución jurídica de gran importancia era el Concejo Abierto, es decir, la asamblea de vecinos que decidía y regulaba los temas de convivencia y las cuestiones comunes, en una de las versiones más antiguas de la democracia. Estas reuniones se han llevado a cabo, tradicionalmente, bajo los árboles totémicos. Entre las funciones que ejercía este árbol central en gran parte de Europa, diremos que era el lugar de encuentro, la sede de las asambleas de jurisdicciones comarcales o municipales.
En muchos lugares se consideraba que la palabra dada, y los tratos al pie de estos árboles debían ser inviolables. En estos Concejos Abiertos se elegían alguaciles o representantes, se dirimían las cuestiones sociales, se planificaban los trabajos comunales, se decidía sobre la gestión de pastos, helechales y terrenos del común, repoblación de montes, acotados… Esta institución era, por tanto, el centro neurálgico de la sociedad y del paisaje que, desde allí, se planificaba y gobernaba
Por otro lado, la ley y las ordenanzas propias de cada lugar, se hacían en estas mismas asambleas bajo los mismos árboles, que también servirían para celebrar los juicios. Pactos, tratos y acuerdos de cierta relevancia se sellaban al pie de árboles testigos. Y numerosos rituales, fiestas y otros eventos se realizaban asimismo alrededor. En muchas regiones, los tejos y otros viejos árboles fueron también mausoleo vivo, entre cuyas raíces se iban enterrando, por generaciones enteras, todos los vecinos del lugar hasta formar un “árbol ancestral”.


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