viernes, 30 de junio de 2017

El Eguzkilore o Flor del Sol, Euskadi

Hoy traemos un bonito amuleto que se coloca en las puertas de muchos caseríos norteños del País Vasco y de Navarra (suponemos también que en la parte vasca del Estado francés). Allí, en su lengua vernácula, este amuleto es conocido como eguzkilore, que es la bella flor del cardo llamado Carlina acaulis. La traducción es Flor del Sol, pues a él se asemeja y con él lo identifican. Su función, como la de la mayoría de los amuletos, es ahuyentar a los malos espíritus y demás males que puedan venir para los moradores de la vivienda en cuestión. Cumpla o no su función, lo que es evidente es que consitutye un bonito adorno natural, que se suma a otros amuletos colocados en las puertas de las casas, como las herraduras o, por ejemplo, más fruto de época contemporánea, los indalos del sureste ibérico.

Foto: floresyplantas.net

Fuente: floresyplantas.net

Se trata en sí del símbolo que representa la flor seca del cardo silvestre Carlina acaulis. Símbolo tradicional que se coloca en la puerta de entrada de algunos caseríos y casas como una representación del astro diurno y que desempeña las mismas funciones místicas atribuidas al sol. Este ahuyenta a los malos espíritus, impide la entrada a las brujas, a los genios de las enfermedades, de la tempestad, del rayo, etc. Eguzkilore es la imagen de la paz y del desarrollo. 
Cuenta la leyenda que hace miles y miles de años… cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra, se encontraban inmersos en la gran oscuridad. Asustados por los numerosos genios que salían de las entrañas de la tierra en forma de toros de fuego, caballos voladores, enormes dragones… los hombres en su desesperación, decidieron pedir ayuda a la Tierra de forma constante. Ante esta insistencia, la Tierra les dijo: “Hijos míos, me pedís que os ayude y eso voy a hacer. Crearé un ser luminoso al que llamaréis Luna”. 
Al comienzo, los hombres se asustaron mucho y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir, pero, poco a poco, fueron acostumbrándose. Al igual que los genios y las brujas que también se acostumbraron y no tardaron en salir de sus simas y acosar de nuevo a los humanos. Así que los hombres, acudieron otra vez a la Tierra, pero esta vez para pedirle algo más poderoso. Esta, les respondió creando un ser todavía más luminoso al que le llamarían Sol. De esta forma, el Sol sería el día y la Luna la noche.

Era tan grande, luminoso y caliente que los hombres tuvieron que ir acostumbrándose poco a poco. Gracias a su calor y luz, crecieron las plantas… y aún más importante, los genios y las brujas no pudieron acostumbrarse a la gran claridad del día y desde entonces sólo pudieron salir de noche.

Los hombres, acudieron una vez más a la Tierra para pedirle protección durante la noche ya que los genios salían de sus simas y los acosaban. Y fue entonces cuando la Tierra les creó una flor tan hermosa que, al verla, los seres de la noche creerían que era el propio Sol. Esta es ‘Eguzkilore’ o Flor del sol. Y hasta hoy, defiende los hogares de los malos espíritus, los brujos, los genios de la enfermedad, las tempestades, rayos y demás enemigos del hombre.

Foto: floresyplantas.net

jueves, 29 de junio de 2017

La encina de Sotoscueva, Merindad de Sotoscueva

Hoy venimos a hablar de nuevo de un árbol totémico o emblemático, un árbol de concejo en este caso, desaparecido en el siglo XVIII, según se cuenta, por el absurdo capricho de un déspota. En su lugar, se comenzó a dar culto a un nuevo árbol, que sustituye el recuerdo del anterior. Jaime L. Valdivielso Arce nos dice que la gran particularidad de la encina centenaria, incluso, milenaria, en palabras de otros autores, como Cesar Javier Palacios, de Sotoscueva, lugar en el que se encuentra, era la de ocupar el centro geográfico de la Merindad. Quizás por eso era el lugar idóneo de reunión, costumbre que seguramente podía venir de anteriores ejemplares que ocuparan el mismo lugar. Aunque esa forma de autogobierno y esa veneración alrededor de un juez que nunca prevaricaba, ni aplica injustas leyes, como es el árbol singular, se haya perdido en la actualidad -ojalá no para siempre- , al menos nos queda la memoria de su existencia y, como tal, resulta una cuestión de principal interés el divulgar su recuerdo y el ejemplo de veneración que nuestros antepasados les profesaron.
Fuera del asunto tratado hoy, diremos que nos ha hecho ilusión volver a traer al blog la Merindad de Sotoscueva, pues no volvíamos desde los inicios de este blog, allá por el 2009, cuando hablamos de la ermita rupestre de San Bernabé y San Tirso y de 'Ojo de Puente' de Puentedey.

Foto: tierrasdeburgos.blogspot.com

Fuente: tierrasdeburgos.blogspot.com (utilizando, a su vez, como fuente la obra "Árboles singulares de la provincia de Burgos" Cesar Javier Palacios)

Cuentan que desde tiempo inmemorial existió en este alto que se eleva sobre el mágico lugar de Ojo Guareña una centenaria encina bajo la cual se reunían los representantes de la merindad de Sotoscueva.
Durante muchos siglos y al menos hasta el siglo XVII, esta gigantesca encina milenaria fue testigo de los acuerdos tomados por los vecinos más notables para el mejor gobierno del valle. En 1616 fue creado el archivo de la Merindad, donde se empezó a levantar acta de todas aquellas reuniones y a registrarse los diferentes acuerdos, ya que hasta entonces nada quedaba escrito, al tenerse como suficiente testigo al gran árbol. Todo lo acordado bajo el gran arbol era respetado escrupulosamente, fieles todos a las costumbres ancestrales de origen pagano.
Hacia 1650 se trasladaron los plenos a las inmediaciones de la ermita, en una gran sala rupestre habilitada a tal efecto, y conocida todavía como sala del concejo (aún se utiliza en eventos singulares y se visita en la pequeña ruta guiada por las cuevas). Desde 1924 los plenos se desarrollan en la capital de la merindad, Cornejo.
Una leyenda afirma que aún en el siglo XVIII los habitantes de la zona sentían una gran veneración por la encina. Enterado el arzobispo de Burgos, consideró tal culto como un resto de paganismo demoníaco; y ordenó que fuese cortada, quemada por completo y dispersadas sus cenizas por el campo.
Pero el recuerdo pervivió en las gentes. Tanto que, ya en los años 70 Pedro Macho, que durante bastante tiempo fué el guia y encargado de las cuevas decidió individualizar una de las mediadas encinas del monte rodeándola con 16 pequeños monolitos rectangulares a modo de asientos. Así, pues este árbol singular en el que muchos se fijan es a su vez una creación singular de una persona. El ejemplar tiene un perímero de 1,20 metros y apenas unos 60 años.


miércoles, 28 de junio de 2017

Solsticio o Noche de San Juan en la Plaza del Diamantista, Toledo

Un año más nos acercamos a Toledo para celebrar la hoguera de San Juan y la llegada del verano, aunque hacía tres años que no acudíamos este día, en concreto, a la antigua capital carpetana, así que ya teníamos ganas de volver por estas fechas. Y teníamos ganas, porque la Plaza del Diamantista, junto al margen derecho del río Tajo, es uno de los lugares más especiales que he conocido para vivir una noche como ésta. Se encuentra en el único barrio toledano que toca la orilla del mítico río ibérico de más largo recorrido, el conocido como Barrio de la Cornisa; un barrio, que más que perteneciente a una ciudad, aunque sea pequeña, para lo que se considera grande o pequeño en los tiempos actuales, que no en siglos pasados, parece un pueblo en sí mismo, un pueblo ribereño, que se mira en las aguas del río de las auríferas arenas, como lo calificaba Estrabón, lo que le otorga un especial encanto.
Una vez más fue el grupo de teatro El Bolo Feroz quien se encargó de ritualizar el fuego, los saltos y las danzas que sobre él y alrededor de él se realizaron. Según se cuenta, la tradición que ha vuelto a resurgir en la ciudad de Toledo de hacer una hoguera en esta plaza, algo que se viene haciendo de manera muy reciente, tanto es así que no va más allá de unos cuantos años, ha recuperado el antiguo lugar en el que se dice ya se celebraba en siglos pasados esta celebración alrededor del Solsticio y la llegada del verano, festejo cristianizado o santificado en torno a la figura de San Juan el Bautista.
No es para menos, pues el lugar, encajonado entre los acantilados del famoso meandro del río que abraza a Toledo y con el Cerro del Bu, la Peña del Rey Moro y la Ermita de la Virgen del Valle como testigos, muestra una mística acústica, tal y como si de un templo natural se tratara, cuando el "chamán" o el "druida" del ritual realiza el famoso conjuro de la queimada y su voz retumba por los peñascos.
Si en próximos solsticios estivales, andáis cerca de esta bella y mágica ciudad castellana, no dudéis en dejar todo lo malo atrás, saltando sobre su hoguera.

Alrededor de la hoguera de San Juan - Foto: Iberia Mágica, 23/06/2017





martes, 27 de junio de 2017

El Cerro de La Encantada, Santa Cruz de la Zarza

Volvemos a un pueblo, de la comarca de Mesa de Ocaña, que visitamos en dos ocasiones anteriores en este blog, por sendos enclaves dignos de atención. Hoy lo hacemos para reseñar un tercer lugar del municipio de Santa Cruz de la Zarza, como es el Cerro de La Encantada. El topónimo que da nombre a este alto nos pone sobre la pista de la famosa Leyenda de La Encantada, la cual se repite, como ya sabemos, en muchos otros lugares. Casi siempre se la relaciona con la aparición de una princesa mora -en este caso cristiana-, que recibe una maldición, unida a la desgracia de enterarse de la pérdida de su amado, con lo que, como castigo provocado por dicha maldición, su alma queda vagando en un lugar en concreto, que en nuestro presente ejemplo es el Cerro de La Encantada, de Santa Cruz de la Zarza, y únicamente hace acto de aparición en la madrugada de San Juan, tratando de que alguien le ayude a poner fin a su maleficio, algo que muy pocos osados consiguen, en la mayoría de los casos con trágicos finales, por lo que la dama sigue encantada y atrapada a lo largo de los siglos a ese lugar, no encontrando su alma descanso.
 La tradición oral y, sobre todo, la recreación romántica tan típica del siglo XIX, han deformado o transformado estas leyendas, situándolas, en la mayoría de los casos, en tiempo de moros y cristianos, es decir, trasladándolas al Medioevo. Pero, como ya hemos comentado, reúnen elementos que nos remontan mucho más atrás en el tiempo; concretamente a tiempos de cultos paganos.

Foto aérea del Cerro de La Encantada, junto a los caminos de Cañada Blanca y Tarancón. Entre una vegetación de matorral bajo y coscoja se aprecian algunas zonas sin vegetación que parecen albergar, quizás, restos bajo su superficie.

Como primer elemento, hemos de decir que suponen una continuación a los encantos o hechizos tan propios de las celebraciones ancestrales del Solsticio de Verano, festejo que hemos pasado hace escasas fechas; en segundo lugar, se encuentran en estas encantadas, como han acreditado muchos mitólogos, antropólogos y estudiosos en general de este acervo cultural, bastantes paralelismos con divinidades paganas o precristianas, como, por ejemplo, las mouras gallegas o portuguesas, las anjanas cántabras, las xanas asturianas o la diosa Mari vasca; y en tercer lugar, en muchas ocasiones, los topónimos o microtopónimos aparecen en lugares con restos arqueológicos de la Edad Antigua, incluso prehistórica, supuesto que no sabemos si concurre en nuestro ejemplo de hoy, pero observando la foto aérea del cerro, hemos de decir que parece que contuviera restos por excavar, aunque evidentemente esto supone, a la distancia, una afirmación muy arriesgada. En este sentido, hemos decir que la maldición de esta leyenda consistía en la destrucción de un castillo existente en el cerro, donde moraba la encantada, quedando atrapada, además, tras su destrucción a este lugar. Esto, de por sí, no significa nada, pues no hay prueba de restos de un castillo en este cerro, pero ya sabemos que a otros muchos lugares se les han otorgado nombres como castilviejo, cerro del castillo, etc, siendo enclaves en los que nunca hubo un castillo, sino restos de castros o poblamientos antiguos que las gentes, desde la Edad Media hasta el pasado siglo, consideraron como restos de algún castillo.
Eso sí, debemos de decir que, algo retirado del pueblo, en la línea de los términos municipales de Santa Cruz de la Zarza y Villamanrique de Tajo -en la orilla izquierda del valle del Tajo- existen los restos de una construcción que, según algunos autores, podría haber sido el conocido como Castillo de Alboer. A sus pies, existe una cueva conocida -¡no podía ser de otra manera!- como la Cueva de la Encantada, por lo que algunos estudiosos sitúan en este lugar la leyenda y no en el cerro que nosotros traemos, conocido como Cerro de La Encantada.


Montserrat y la diosa Venus

Casualidades de la vida, desde hacía varios días tenía intención de recoger unas líneas de la obra Gargoris y Habidis en las que se habla de la vinculación de Montserrat, la montaña sagrada por excelencia de Cataluña, con la diosa Venus, relación a la que ya hicimos referencia hace unos años, cuando comentamos la vinculación de la Capilla de Sant Miquel con Venus Pirene, según un autor llamado Octavi Piulats. Pues bien, mirando en el histórico del blog, acabo de comprobar que justo hace dos días se cumplió el lustro de aquella publicación, la única dedicada en Iberia Mágica, hasta el día de hoy, que será la segunda, a esta montaña.
El autor, en el capítulo titulado "La oscura gente", habla de "una ermita consagrada a la diosa de las brujas", en la que se está refiriendo, evidentemente, al templo consagrado a Venus, antecesor de la mencionada Capilla de Sant Miquel. También cita unas palabras del enigmático autor Juan Eduardo Cirlot sobre las pinturas rupestres existentes en la zona, que son una muestra, además, como ya dijimos, de la antigua sacralidad de esta montaña.

Amanecer en la montaña de Montserrat - Foto: David Balcells Badia


Fuente: Gargoris y Habidis. Fernando Sánchez Dragó.

¿Y Montserrat?. Allí se fabricó en el 197 una ermita consagrada a la diosa de las brujas. Allí subsiste un culto primevo y genesíaco cuyas entretelas nadie atina a destripar. Allí pueden verse dibujos prehistóricos que muestran al hombre agachado y en cuclillas, "como un ser marginal, punto de intersección del cielo y de la tierra por medio del sacrificio". Tal es para Ciriot el recóndito significado del enclave y también la etimología del topónimo que lo bautiza, pues el perfil y disposición de los homúnculos reproduce la dentadura de una sierra.

martes, 20 de junio de 2017

Posible roca ritual en Peña Mortero, Alija del Infantado

Hoy traemos una roca con una cavidad circular en su interior y un forma exterior trabajada, también circular, que según Juan Carlos Campos, el conocido investigador de cazoletas y petroglifos de la comarca de La Maragatería, podría ser una roca en la que se pudieron haber celebrado rituales o cultos, al modo de un pequeño altar. Siempre se pensó que esta piedra se utilizó como pila de moler bellotas, cereales, etc, de ahí que se le llamara Peña Mortero, nombre que se hizo extensivo, finalmente, al cerro que corona, pero, como decimos, Juan Carlos Campos abre una nueva e interesante hipótesis.
No hemos dicho que Peña Mortero se encuentra en el término municipal de Alija del Infantado, población de la comarca leonesa de Tierra de La Bañeza.

Peña Mortero - Foto: tierradeamacos.blogspot.com

Fuente: Juan Carlos Campos - tierradeamacos.blogspot.com

La zona interior es una cavidad circular de la que sale un canal hacia la parte exterior. El fondo es plano, impropio de de un mortero al uso. Creo que si esta cavidad hubiera sido utilizada para machacar algo (bellotas, cereales etc) el fondo hubiera adquirido una forma más cóncava. Además, el exterior ha sido trabajado para conseguir una forma circular, y se han eliminado las aristas de manera que el aspecto además de circular es esférico. Demasiado trabajo para un simple mortero.
A su lado aparece una roca de parecido tamaño, sin trabajar a excepción de un par de surcos que la atraviesan longitudinalmente.
El entorno no parece propio de un poblado prehistórico, en lo alto del cerro y alejado del agua. Tampoco encaja un asentamiento posterior de la Edad del Hierro, ya que si bien los pueblos prerromanos construían sus castros y fortalezas en este tipo de entornos, no se observan por ningún lado los restos típicos (fosos , murallas, cerámica, toponimia etc.). Los únicos vestigios producidos por la mano del hombre son algunas obras de cantería, la instalación del vértice geodésico cercano y la plantación del propio pinar.
Así pues, si descartamos por el momento un uso doméstico asociado a un asentamiento, cobra importancia la opción de un espacio ritual prehistórico. Un pequeño altar donde depositar ofrendas, situado en lo alto del cerro, discreto y alejado de la zona de poblamiento cercana al río.


lunes, 19 de junio de 2017

Leyendas, mitos y sacralidad de la montaña: Sistema Central

Leyendo el magnífico libro de viaje La Biblia en España, del inglés George Borrow, ejemplar de los varios clásicos de autores anglosajones que, en el periodo romántico decimonónico, describieron distintos aspectos de España y de la Península Ibérica en general, hemos encontrado una magnífica descripción que hizo un barbero-sangrador que se encontró George Borrow cuando iba camino de Madrid, antes de llegar a Talavera, sobre las montañas y sierras que Borrow iba viendo a su izquierda, y que llamaron ya su atención tras cruzar el Puerto de Miravete, las cuales integran el conocido por la ciencia como Sistema Central. Y digo conocido por la ciencia, pues las gentes llamaban a esas montañas por el nombre de la sierra a la que pertenecieran y nunca pensando en ellas como un todo, aunque, a pesar de ello, hemos de decir que todas juntas forman un espectacular sistema montañoso de unos 600 kilómetros que van desde la Sierra de Lousã y Sierra de la Estrella por el oeste, hasta las sierras del Alto Rey y de Pela, por el este. 
Me ha parecido interesante traer la descripción en cuestión, pues se deja constancia de la gran adoración y poder simbólico que las montañas, al igual que ocurre con los árboles totémicos o singulares, de los que dejamos más de una vez cuenta por aquí, han tenido para las gentes que forman parte de sus entornos; tanto es así que, aún en pleno siglo XIX, Borrow se pudo encontrar con un relato similar a cargo de esta persona, oriunda de dichas montañas. En él menciona la existencia de lagos encantados en los que moran monstruos, elemento muy recurrente en distintas leyendas de otros lagos y otros lugares, muy propios de la cultura indoeuropea, principalmente de influencia céltica o grandes serpientes, continuando con la recreación de seres monstruosos. 
Finalmente realiza una famosa mención al valle de las Batuecas y, de forma indirecta, a las propias Hurdes, pues en Las Hurdes están Las Batuecas, a pesar de que formen parte, administrativamente, de la provincia de Salamanca; siendo una cita, como decimos, muy famosa que contribuye a esa injusta leyenda negra alrededor de Las Hurdes, algo que venía de bastante más atrás; como poco, desde la obra de Lope de Vega, Las Batuecas del Duque de Alba. Aunque, en su descargo, hemos de decir que no es tan agresiva como otras y, quizás, únicamente recoge lo que la gente de las comarcas circundantes a Las Hurdes pensaba en siglos pretéritos sobre los moradores de dichos valles. Así, Félix Barroso Gutiérrez, contaba, en una ocasión, que, cuando era niño, paseando con su abuelo por la dehesa boyal de Santibáñez el Bajo, pueblo del que es natural, éste, cuando miraban hacia las montañas hurdanas, le contó que en aquellos valles se decía que vivía el hombre lobo. Lo que Félix, seguramente, desconocía en ese momento, debido a su corta edad, era la gran vinculación que tendría años después con esa tierra, donde pasó a ejercer durante unos años la docencia, convirtiéndose con los años, con permiso de José María Domínguez Moreno, en el más importante investigador de aquellas sierras y valles en la actualidad.

El Pico Almanzor, la montaña más alta de Gredos y de todo el Sistema Central, visto desde el valle del Tiétar - Foto: Wikipedia

Fuente: La Biblia en España - George Borrow

-¿Qué montañas son éstas? -pregunté a un barbero-sangrador que, montado como yo en una burra gris, se me unió al mediodía y que me hizo compañía durante varias leguas.

-Tienen muchos nombres, caballero -replicó el barbero-. Toman el nombre de los lugares cercanos. En parte se denominan la serranía de Plasencia, y a la altura de Madrid, montañas del Guadarrama debido a un río así llamado que baja de ellas. Siguen un largo recorrido, caballero, y separan los dos reinos, porque al otro lado está Castilla la Vieja. Son grandes montañas, y aunque den mucho frío, me gusta contemplarlas, y eso no es de extrañar puesto que nací en ellas. Pero ahora vivo por mis pecados en un pueblo de la llanura. Caballero, no hay en España sierra que la iguale. También guardan sus secretos, sus misterios; se cuentan historias extrañas de estas montañas y de lo que encierran sus profundas entrañas, porque forman una extensa cadena y se puede vagar por ellas días y días sin llegar a su fin. Muchos han sido los que se han extraviado en esos montes y jamás ha vuelto a saberse de ellos. Se cuentan cosas fantásticas. Se dice que en ciertos sitios hay abismos insondables y lagos en los que moran monstruos, enormes serpientes largas como pinos y caballos de agua que a veces salen y cometen graves tropelías. Una cosa es cierta, que allí, hacia el oeste, en el corazón de estas cimas, hay un hermoso valle, tan angosto que sólo se ve el sol en él al mediodía. Este valle permaneció ignoto durante miles de años; nadie imaginaba su existencia, pero finalmente, hace largo tiempo, unos cazadores penetraron en él por azar y, ¿qué cree usted que hallaron, caballero?. Una pequeña tribu de gente desconocida que hablaban una lengua extraña, que tal vez habían vivido allí desde la creación del mundo, sin relacionarse con el resto de sus congéneres e ignorando que existían otros seres cerca de ellos. Caballero, ¿no ha oído usted hablar nunca del valle de las Batuecas?. Se han escrito muchos libros acerca de este valle y esa gente. Caballero, me siento orgulloso de aquellas montañas, y si fuese independiente, sin mujer ni hijos, compraría una burra como la suya, que según veo es excelente y mucho mejor que la mía, y viajaría por ellas hasta lograr conocer todos sus enigmas y haber visto todo cuanto encierran de admirable.


Sistema Central

viernes, 16 de junio de 2017

Las Fallas y la fiesta babilónica de Akîtu, Valencia

Estamos a punto de finalizar la estación primaveral, pero al inicio de la misma, entre distintas festividades diseminadas por la piel de toro, como llamó Estrabón a nuestra península, se celebran las más que conocidas Fallas valencianas. Es, claramente, una fiesta de celebración a la llegada de la primavera, con el elemento simbólico del fuego como protagonista, el cual devora a una serie de monumentos falleros y ninots, que forman parte de los monumentos, la Nit de la Cremà, que es el acto que clausura esta fiesta. Pues bien, leyendo una interesante obra sobre los íberos de Rafael Ramos, hemos encontrado una curiosa vinculación realizada por este autor entre Las Fallas y una antigua festividad babilónica conocida como Akîtu.

Ninots ardiendo - Foto: elperiodico.com

Fuente: Los Íberos. Imágenes y mitos de Iberia - Rafael Ramos

En la antigua Babilonia existió un ritual, que pudo extenderse por las costas del Mediterráneo como integrante de un espíritu religioso del que Iberia participó en su época. Era el denominado festival religioso del Akîtu, que, relatado por textos mesopotámicos, se celebraba al comienzo de la primavera, con el comienzo de año agrícola, en el momento en que la naturaleza y el dios volvía a la vida, y que tenía una duración de once días durante los cuales participaban en ella todos los habitantes de la ciudad y de su territorio. Se realizaba una procesión al santuario, a la "Casa de Akîtu", al lugar de residencia temporal del dios y la diosa, donde los sacerdotes cumplían los preceptivos ritos de purificación, realizaban sacrificios y pedían por la paz. Después el rey entraba en el santuario y allí se producía la renovación de su mandato, pues era el propio dios quien le concedía la autoridad de gobernar otro año. Luego se realizaban oráculos referidos al destino del país y el día undécimo terminaba la fiesta con un matrimonio sagrado entre el rey la diosa que estaba representada por su sacerdotisa, momento éste en el que comenzaba el año. Pero, mientras se celebraba el festival y como parte de las ceremonias que anualmente se celebraban como motivo del Año Nuevo, se tallaban en madera dos imágenes que se adornaban con oro y piedras preciosas, que simbolizaban a una pareja real y divina, con sus atributos respectivos del dios y la serpiente, y que tres días después de su erección eran ritualmente quemadas. Acto que en nuestros días coincidiría con la festividad de San José y podría relacionarse con las hoy llamadas "fallas".


miércoles, 14 de junio de 2017

Torques de Sagrajas, Sagrajas-Badajoz

En Sagrajas, pedanía creada en el siglo XX bajo el nefasto Plan Badajoz, pues nefastas son siempre las intervenciones estatales en el agro, se hagan bajo la bandera que se hagan, perteneciente al municipio de Badajoz, se halló una singular pieza de oro del Bronce Final, en concreto, de principios del I milenio a. C. Estamos hablando del conocido como Torques de Sagrajas, una pieza de más de dos kilogramos compuesta por dos torques anulares, donde llama la atención su decoración mediante incisiones geométricas y unidos ambos por una incipiente técnica de soldadura.
La pieza en cuestión formó parte de un tesoro o depósito ritual y se encuentra custodiada y expuesta en el Museo Arqueológico Nacional.

Foto: man.es

Se desconoce a ciencia cierta el motivo de dichas ocultaciones, pues existe tanto la hipótesis que indica que podrían haber sido ocultaciones destinadas a evitar que personas o grupos humanos extraños pudieran apropiarse de dichas piezas y otra linea de especulación que, atendiendo a la singularidad de muchas de las piezas pertenecientes a estos tesoros, cree que podrían haber sido depósitos con fines religiosos o cultuales.
Lo cierto es que, centrándonos en nuestra pieza protagonista de hoy, su gran peso y escasa ductilidad parecen indicar el carácter ceremonial de la misma, pues no parece que fuera de uso común, lo que hace creer que podría haber sido utilizada, por ejemplo, por sacerdotisas -o mujeres con similares funciones- en algunas ceremonias muy concretas; claro está que esto, como casi siempre, no dejan de ser meras especulaciones, pero no por ello descartables, pues parecen tener bastante sentido.


lunes, 12 de junio de 2017

Reutilización de estelas y verracos, Villardiegua de la Ribera

Nos acercamos, de nuevo, a los Arribes del Duero; esta vez a su parte zamorana, a la población de Villardiegua de la Ribera, en la comarca de Sayago. Allí, como ocurre en otros muchos lugares, de los que hemos ido trayendo ejemplos a esta página, se han reutilizado estelas y esculturas de la Edad del Hierro o, incluso, del Bronce o el Calcolítico, en la construcción de muros o medianerías. En Villardiegua, al menos, hemos conocido la existencia de una estela con una representación solar o astral y una cabeza zoomorfa en su parte inferior, que parece hubiera pertenecido a un verraco vettón (nos encontramos en un territorio a caballo entre tierra de antiguos galaicos y vettones) y una tosca estela con forma fálica en un muro medianero.

Estela con símbolo astral o solar - Foto: debotass.blogspot.com

Nada sabemos sobre la datación de las mismas. La estela solar y la escultura zoomorfa pudieran ser prerromanas -aunque se cree que creaciones de este tipo se continuaron realizando bajo el yugo romano- y el falo pudiera ser ya de época romana, pues bajo el culto a Príapo proliferaron esculturas de este tipo en dicho periodo. Pero esto no dejan de ser especulaciones de un simple aficionado, profano en la materia, como es mi caso. Lo que sí es cierto es que en la zona existen algunos yacimientos arqueológicos de la Edad del Hierro a uno y otro lado del Duero. En el propio municipio de Villardiegua se encuentra el castro de San Mamede, donde apareció un verraco que se encuentra en una plaza del pueblo, además de representarse en el escudo de la localidad (también aparece una estela solar, que no sabemos si será la que aparece en la fotografía anterior), y en la otra orilla del Duero, en el margen derecho o parte portuguesa, el de São João das Arribas.

Estela o figura fálica - Foto: debotass.blogspot.com


jueves, 8 de junio de 2017

La garra de oso esculpida de Piedra Escrita, Cenicientos

Seguimos sacando valiosísima información gracias a nuestra historiadora predilecta, de la que pusimos hace tres días, en nuestra página, la conferencia que impartió la pasada semana sobre el verdadero uso que se dio a la conocida como Silla de Felipe II. Otro de los testimonios, de los tantos, que ha estudiado Alicia M. Canto, es la conocida como Piedra Escrita de Cenicientos, un antiguo relieve dedicado a la diosa Diana, con una escena esculpida en una gran piedra de unos cinco metros de altura. Pero ya describimos hace unos años dicha escena que, a modo de recordatorio diremos que, representa una imagen de la propia diosa y, en la parte inferior, a una pareja que realiza un sacrificio en honor a dicha divinidad, con lo que hoy volvemos a traer la Piedra Escrita para hablar de otro interesante testimonio digno de mención sobre la misma: la garra de oso esculpida en su parte trasera. En comparación con otras existentes, alguna de ellas también localizada por Alicia M. Canto en los alrededores, se llegó a tal conclusión, conociendo incluso el significado de estos grabados en piedra gracias a una fuente clásica latina, en concreto de Latinus Togatus, quien en el siglo III d. C. afirmó que toda garra de oso grabada en piedra indicaba que se estaba entrando en un bosque sagrado.
Por tanto, no sólo la escena de la diosa Diana, divinidad de los bosques, además de la caza y otras atribuciones, y la propia garra, nos indican claramente que nos encontramos en lo que fue un espacio sacralizado, como poco, desde tiempos de los romanos.

Garra de oso en Piedra Escrita - Foto: Alicia M. Canto - celtiberia.net

Fuente: pasionpormadrid.blogspot.com

El megalito también fue un hito divisorio, dado su emplazamiento justo en la frontera oriental entre las provincias hispanas de Lusitania y Tarraconense, y una señal que advertía de la presencia inmediata de bosques sagrados, como parecen indicar las garras de oso que hay labradas en la zona trasera de la roca.
Alicia M. Canto apoya este último dato en un texto de Latinus Togatus, redactado en el siglo III después de Cristo: "si en un hito divisorio o sobre una piedra natural se representara la garra de un oso, significa que comienza un bosque [sagrado]".
Se concluye así que en el entorno de Cenicientos hubo antiguamente un bosque sagrado y que éste estuvo encomendado a Diana, diosa virgen de la caza y protectora de la naturaleza.


miércoles, 7 de junio de 2017

El Macho Lanú, Las Hurdes

Hacía tiempo que no acudíamos a los angostos y mágicos valles de Las Hurdes y hoy lo hacemos para traer al blog a uno de sus más importantes personajes mitológicos: el Macho Lanú. Si hay algo singular en Las Hurdes con respecto a su mitología es que, mientras en otros muchos lugares cuando hablamos de mitos y leyendas lo hacemos en pasado, en Las Hurdes, estos mitos ancestrales siguen vivos o, al menos, muy vivos hasta hace escasos años; tanto, que algunos de los testigos que dicen haberse encontrado con personajes pertenecientes a dicho rico acervo cultural del pueblo hurdano, siguen, aún a día de hoy, en el mundo de los vivos.
Pero lo que nos interesa a nosotros, con respecto al Macho Lanú, es su conexión con otros personajes mitológicos que forman parte de la cultura occidental, pues se le ha identificado con Fauno, la divinidad romana de los campos y de los pastores, que se asocia a los bosques y que también podía ser una divinidad oracular y profética. Desde este punto de vista parece existir una clara conexión, por tanto, con esta divinidad latina, que a su vez conectaba con el dios griego Pan, cuya representación de macho cabrío se da claramente en el Macho Lanú.

El Macho Lanú y La Chicharrona - Foto: somoshurdes.com

Pero pese a que la Península Ibérica fue imbuida, tras la conquista romana, por la cultura clásica grecorromana, de ahí, quizás, la influencia de sus divinidades, no debemos olvidar la herencia de otros pueblos que configuraron la cultura occidental y que, directamente, se aposentaron en estas tierras, como son los pueblos célticos. En concreto, la zona hurdana, ya sabemos que durante la Edad del Hierro fue territorio vettón y que, como pueblo indoeuropeo céltico, seguramente tenía divinidades paralelas, con orígenes comunes, a las mencionadas. Así, la cultura celta tenía a divinidades como a Cernunnos, que aunque es identificado con el ciervo y no con el macho cabrío, no dejaba de ser una deificación del animal macho cornudo en general, por lo que algunos autores, como Juan Ignacio Cuesta, encuentran un cierto paralelismo entre el Macho Lanú y el dios céltico Cernnunos, del que se han encontrado representaciones desde Dinamarca, como en la del famoso Caldero de Gundestrup, hasta en la propia cerámica de Numancia, de la que dejamos, en su momento, constancia en Iberia Mágica.
Evidentemente, no hace falta decir, que estas divinidades, en gran parte con funciones benéficas o bienhechores de la Humanidad, han llegado hasta nuestros días, bajo el influjo de las religiones monoteístas posteriores -el Cristianismo en el caso Europeo-, como todo lo contrario. Así, los cuernos y pezuñas de cabra del dios Pan, llegados hasta nuestros días, en lugares como Las Hurdes, en forma de nuestro protagonista de hoy, el Macho Lanú, son identificados con el mal e, incluso, con el mismísimo Diablo.
Como curiosidad hemos de decir que siempre es recreado en el ancestral Carnaval Hurdano, así como en la fiesta de La Carvochá y La Chicharrona, que actualmente se celebran estas dos últimas conjuntamente, por lo que ocupa un papel muy importante dentro de la tradición de esta montañosa comarca.


lunes, 5 de junio de 2017

Conferencia: La supuesta Silla de Felipe II de El Escorial - Alicia M. Canto de Gregorio

Si en nuestra última entrada nos acercamos a Canto Gordo, hoy volvemos para enlazaros la magistral conferencia que el pasado jueves 1 de junio impartió en la Casa de Cantabria de Madrid Alicia M. Canto de Gregorio. El que esto escribe quería haber asistido, pero por distintos motivos no me fue posible, y la verdad que lo lamento, porque hubiera sido un gusto estar como oyente en la misma e incluso saludar, si se hubiera dado el caso, a esta gran historiadora, catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia de la Historia, que tanto nos ha enseñado a los amantes de las piedras y las peñas sacras o altares rupestres. Su dedicación, tal y como ha mencionado nuestra amiga Ana Olivera en su presentación, ha abarcado muy distintas temáticas y periodos dentro de la Historia y la Arqueología, siendo una de ellas el estudio de las peñas, relieves y elementos de culto durante la Prehistoria y la Protohistoria, que no hace falta que digamos que es lo que más nos gusta por aquí. Alicia M. Canto es de esas investigadoras e investigadores que ven lo que no ven otros muchos, además de atreverse a realizar diferentes análisis desde distintas perspectivas, aunque siempre dentro de lo razonable, como ella suele decir.
No quiero resumir lo tratado en la conferencia, pues ya hemos dedicado varias entradas en este blog a lo que parece fue un altar rupestre de la Edad del Hierro, y no lo generado a través de la leyenda, además de que preferimos que sea ella la que nos cuente.
Para finalizar diremos que nos ha hecho gran ilusión que haya utilizado una de nuestras fotografías en su exposición; una muy agradable sorpresa.




jueves, 1 de junio de 2017

Figura antropomorfa de Canto Gordo, San Lorenzo de El Escorial

Han sido varias las ocasiones que hemos comentado en este blog la verdadera naturaleza de Canto Gordo, más conocido como Silla de Felipe II, en San Lorenzo de El Escorial, como altar rupestre del pueblo vettón. Todo esto lo supimos gracias a la investigación y el trabajo de la historiadora Alicia Mª Canto, que puso en duda la falsa leyenda creada alrededor de este lugar, algo que comenzó a sospechar, por una serie de motivos, que ya trajimos al blog, y por el descubrimiento de un billete de 100 pesestas del año 1925 que reproducía un cuadro de 1889, de Luis Álvarez Catalá, en el que Felipe II aparecía en este lugar. Es muy posible que de ahí surgiera la leyenda, de la creación de ese cuadro en el siglo XIX, que quizás, recogiera lo que se comentaba de forma infundada por aquel entonces.
Pues bien, en los alrededores de Canto Gordo aparece una figura antropomorfa, no se sabe si de factura humana o de creación natural al modo de pareidolia, descubierta por la autora de este estudio en los últimos años que bien pudiera formar parte del antiguo santuario.

Foto: Alicia Mª Canto

Fuente: elpais.com - 31/05/2017

El conjunto, que fue retocado durante la Segunda República y en los años sesenta del siglo pasado para dotarlo de escaleras y pasamanos, tiene forma abarquillada, lo que hace referencia a la barca solar de los pueblos célticos. Además, la profesora halló en 2015 una figura antropomorfa (un rostro de larga cabellera movida por el viento) que lo une con las sibilas, personaje de la mitología grecorromana que eran capaces de adivinar el futuro.
El conjunto granítico se completa con otros dos altares, a menos de un kilómetro colina abajo. Todo ello permite decir a la arqueóloga que “estamos ante todo un santuario vetón”. “Cualquier geólogo podría argumentar que la sibila, o el augur, o como queramos llamarlo, es solo una forma caprichosa del granito. Pero debemos verlo con los ojos de los antiguos. Son señales que les venían de la mano de los dioses”, incide.


 
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