jueves, 30 de noviembre de 2017

Los Zarramaches, Casavieja

En estas fechas que, por fin, han llegado los fríos a la antigua Iberia y a menos de un mes del inicio del invierno, traemos, precisamente, una mascarada invernal de las celebradas en aquellas festividades, todavía no muy cercanas, encuadradas a mitad de invierno. Nos situamos en el Sistema Central, en plena Sierra de Gredos, en el valle del Tiétar, por lo que estamos en la comarca conocida como Valle del Tiétar o comarca de Arenas de San Pedro, para visitar la población de Casavieja. En Casavieja tienen una mascarada celebrada en la fecha de San Blas, o lo que es lo mismo, el 3 de febrero, y que se la conoce como Los Zarramaches. Se encuentra en un territorio del que hemos traído más de una mascarada, por lo que no es la única, siendo una más de las herederas de las tantas festividades invernales de mascaradas (orígenes, ciertamente, del verdadero y primigenio carnaval) que existían y de las que han sobrevivido sólo unas pocas, habiendo sido rescatadas algunas de ellas en los últimos años, pues muchas habían desaparecido, tristemente, en la segunda mitad del siglo XX.
Los coloridos y los cencerros vuelven a hacer acto de aparición, en el ya más que explicado simbolismo que encierran y que tantas veces hemos descrito por aquí, pero, por si, por alguna casualidad, alguien comienza a introducirse en el estudio de estas festividades a través de esta ficha en concreto, diremos que con los cencerros se trata de despertar a la Naturaleza de su largo aletargamiento invernal, pues, a mitad del invierno, en el antiguo Imbolc céltico, que era el equivalente de estas fechas, ya se empiezan a intuir, dentro de los días menos duros que pueda haber, algún pequeño atisbo del despertar que la Primavera traerá a los campos y a la Madre Tierra en general, sobre todo por el acortamiento que poco a poco se va dando entre la luz y las tinieblas, venciendo poco a poco la primera a las segundas, momento que se dará a partir del propio inicio de la Primavera o llegada del equinoccio de marzo por estos lares. Eso en cuanto a los cencerros, de ahí que también se las denomine, en muchas ocasiones, no sólo mascaradas, sino también cencerradas; en cuanto a la mezcla de alegres colores, éstos simbolizan ese despertar de la Naturaleza ya mencionado, representado por el gran colorido que traerá esa ansiada Primavera.
Como ocurre en tantas ocasiones, detrás de estos festejos siempre hay una leyenda, más o menos actual, que otorga un origen bastante pueril, en la mayor parte de las ocasiones, a los mismos, existiendo, como hemos apuntado unos orígenes, seguramente, mucho más lejanos que encierran otro tipo de simbolismo, como ya más o menos se ha esbozado y como tan bien nos explica el investigador Jesús del Castillo Martín, del que traemos unas líneas de su blog.

Foto: diariodeavila.es

Fuente: Jesús del Castillo Martín - objetivotradicion.blogspot.com

Según la tradición oral eran los pastores de Casavieja que vivían gran parte del año en las sierras, los que encarnaban anualmente a estos personajes y bajaban hasta el pueblo a celebrar San Blas y a recibir el aguinaldo de manos de los dueños del ganado. Se dice que vestían de esta manera tan estrafalaria para divertir a los niños en ese día festivo. Cuando el oficio de los pastores comenzó su decadencia, la fiesta se vio igualmente amenazada, por lo que tuvieron que hacerse cargo de ella los quintos para evitar que se perdiese. Por ello, desde hace algunas décadas los quintos toman esta fiesta como propia, podríamos decir que se trata de un rito de paso por el cual los jóvenes que cumplen los 18 años pasan a formar parte del grupo adulto de la comunidad.
ero pese a contar con esta interpretación de la fiesta, pienso que el rito tiene un origen mucho más complejo, pues los elementos que componen la vestimenta, similares a los que encontramos en otras mascaradas de invierno, nos dan una pista de que pudiera tratarse de un ritual relacionado con la fertilidad de los campos y el ganado, un ritual de llamada al despertar de la naturaleza, y de expulsión de los males que pudieran acechar a la comunidad.
El traje de los zarramaches se compone de varias partes. Visten pantalón blanco y cubren su torso con una pieza de tela blanca a modo de toquilla que cae sobre los hombros hacia la espalda y que va decorada con puntillas de encaje. Esta pieza de tela va cosida a la espalda y no dispone de mangas. A la espalda llevan una estera de esparto que se ata al cuello con una cuerda y que se ciñe a la cintura con una correa de la que penden tres cencerros. Sin duda la parte más característica de la indumentaria es la especie de máscara con que cubren su cara, que no es más que un trozo de tela con aberturas en ojos y boca, que se cose detrás de la cabeza; y el gorro de forma cónica, semejante a un capirote, del que cuelgan multitud de cintas de colores, y que se remata con un penacho de flores de tela. Portan largas y flexibles varas para amenazar y golpear a la chiquillería.
Vemos pues que en el atuendo aparecen esos elementos a los que anteriormente hacía referencia, y que pueden estar íntimamente ligados con antiguos ritos. Es el caso de los cencerros que tendrían una función ahuyentadora de los malos espíritus o de llamada al despertar de los campos en la cercana llegada de la primavera. También los gorros podrían ser indicio de esto, compuestos por cintas de colores muy llamativos alusivos al brote de la vida en el reino vegetal y a su abundancia, y por el ramillete de flores que lo remata, haciendo alusión a esto precisamente. Podríamos estar también ante un tipo de máscara fustigadora por las varas que los zarramaches portan, que podrían ser herencia de las antiguas Lupercalia romanas, de las que nos habla el insigne Caro Baroja. Como ya hemos explicado en otras mascaradas, los lupercos azotaban a todo el que se encontraban en su camino, especialmente a las mujeres con un sentido claramente fertilizador. También nos dice Caro Baroja en su obra que estas Lupercales tenían un claro sentido protector de las comunidades pastoriles frente a temidos animales y alimañas como podían ser el oso y el lobo, y de fecundidad de los rebaños, interpretación que nos encajaría muy bien en el entorno en el que se desarrolla esta mascarada.
La fiesta comienza en las primeras horas de la mañana cuando los dos quintos se disponen a vestirse de zarramaches en el ayuntamiento. La chiquillería espera expectante y nerviosa en la calle a que salgan para correr tras ellos y lanzarles naranjas que previamente han cogido de los árboles que hay repartidos por todo el pueblo. Suenan los cencerros, los zarramaches bajan las escaleras de la casa consistorial, los muchachos empiezan a gritar y a correr, la mascarada ha comenzado. Durante un largo rato las carreras se repiten por las diferentes calles de la localidad. Los zarramaches persiguen velozmente a los chicos que en un alarde de hombría se enfrentan a ellos y les lanzan las naranjas o intentan quitarles la vara. Los zarramaches llevan también una naranja en la mano que ofrecen a los muchachos para aprovechar y golpearles en las manos con la vara. Cuando se acercan las doce del medio día los zarramaches junto con las autoridades locales se dirigen a la iglesia donde tiene lugar la función en honor a San Blas. Me llamó poderosamente la atención la presencia de los zarramaches y su participación en la misa, pues por lo general en ninguna mascarada de las que se celebran en la Península, los protagonistas de la fiesta –máscaras, botargas, zangarrones…- entran en el interior del templo para participar de la parte religiosa de la celebración. En el caso de Casavieja, además los dos zarramaches ocupan un lugar distinguido dentro del templo, situándose en los bancos delanteros cercanos al altar, invitándolos el sacerdote en determinados momentos a hacerse oír agitando sus cencerros. Acabada la misa tiene lugar la procesión con el santo alrededor del templo, primeramente aparecen los zarramaches a los que los jóvenes están esperando para llevar a cabo sobre ellos una gran descarga de naranjas. Ambos salen corriendo esquivando los golpes de los frutos y comienzan de nuevo una persecución tras los muchachos, mientras que el santo rodea la iglesia en procesión portado por el resto de quintos y quintas.
Tras los actos religiosos, de nuevo la gente se congrega frente al ayuntamiento a la espera de que salgan los zarramaches, en esta ocasión otros dos quintos que han tomado el relevo a los que salieron por la mañana. De nuevo se suceden persecuciones, y los zarramaches entran en el patio del colegio para perseguir a los más pequeños que huyen de ellos despavoridos. La fiesta toca su fin a medio día, cuando los zarramaches entran de nuevo a la casa consistorial para quitarse los atuendos que se guardarán esperando la llegada de la fiesta a otro año.


Foto: javierazul2.blogspot.com


martes, 28 de noviembre de 2017

Inscripción rupestre de Lamas de Moledo, Moledo-Castro Daire

En el poblado de Lamas, en Moledo, freguesía del concejo de Castro Daire, existe un curiosa inscripción de época romana en una piedra, por lo que no estamos ante la típica inscripción realizada en una lápida o ara, de las tantas halladas en la Península Ibérica y en muchos otros territorios que fueron dominados por la antigua Roma, que son muchos y extensos, sino que ésta fue realizada, como decimos, en una piedra sin tallar, encontrándose la inscripción en un estado algo deteriorado por la erosión que dificultó, en cierto modo, su estudio.
Según las conclusiones de un estudio realizado por João L. Inés, esta inscripción relataría un sacrificio colectivo ofrecido por dos oferentes a dos divinidades prerromanas, Crouceai y Iovea, discutiéndose sobre esta última que quizás pudiera ser la transcripción, en lengua indígena, del dios Júpiter romano.

Foto: web E-Keltoi


Fuente: Los dioses de la Hispania céltica - Juan Carlos Olivares Pedreño

La segunda dedicación a este dios apareció en la, tan debatida, inscripción de Lamas de Moledo (Castro Daire, Viseu), donde se le invocaba como Crouceai Magareaicoi Petranioi (o Petrauioi). Para Encarnação y Búa, Crougeai está en dativo singular y es un teónimo acompañado de dos epítetos. Según Alarcão y Vaz, Crougeai Magareaicoi serían el teónimo y su apelativo en dativo, mientras que Petrauioi en nominativo plural, sería una comunidad que realiza una ofrenda a la segunda divinidad citada en la inscripción (Iovea). Para Untermann, la interpretación de la denominación no está clara, puesto que la relación de Magareaicoi como adjetivo-atributo de Crouceai está en contradicción con sus desinencias y tampoco aparece serlo Petranioi, porque no estaría en el orden esperado. Cabría interpretar -coi como una conjunción enclítica, lo que llevaría a interpretar una composición teónimo-epíteto Crouceai Magareai y, por otra parte, Petranioi como otro dativo independiente. En cualquier caso, lo que está claro es que estamos ante el mismo teónimo Crouga o Crougia que aparece en la inscripción de Freixiosa.

Lugar en el que se encuentra la piedra con la inscripción - Foto: patrimoniocultural.gov.pt



viernes, 24 de noviembre de 2017

El Conjunto Megalítico de Mulisko Gaina, Urnieta

Nos acercamos a la comarca de Donostialdea para traer un curioso conjunto megalítico existente en nuestra Península Ibérica, el de Mulisko Gaina, en Urnieta. Estamos a los pies del Monte Onyi, con lo que vuelve a darse una de esas simbiosis que tanto nos gustan, donde, una vez más, un santuario -porque eso es lo que son los megalitos, a pesar de que también fueran utilizados como lugares de enterramiento- se vuelve a vincular a una montaña. El lugar en el que se encuentra es conocido como Cementerio Viejo o Kanposantu Zaharra, en euskera. Se trata de cuatro crómlech, una doble cista, un menhir y varias estructuras algo imprecisas. En cuanto a su datación, se da algo muy curioso, pues se dice que pertenece el conjunto a la Edad del Hierro, más o menos al siglo VII a. C., lo cual no es nada común, pues ya sabemos que estos monumentos pétreos suelen remontarse, principalmente, al Neolítico y al Calcolítico. Esta última información, que hemos encontrado la ponemos en cuarentena, pues nos ha parecido algo extraña, así que desde aquí, como hacemos siempre, llamamos a la colaboración de cualquier lector del blog que pueda añadir algo de información fidedigna al respecto.

Foto: Mulisko Gaina - kulturweb.com

Son de destacar, en este conjunto, el Dolmen de Pozontarri, el cual se encuentra bastante deteriorado, aunque se puede observar, aún, su alargada cámara y el túmulo correspondiente; la mencionada cista, que es conocida como Cista del Onyi, siendo una pequeña cámara donde se depositaban las cenizas de los difuntos; y, finalmente, el conocido, principalmente, como conjunto de Mulisko Gaina, con, al menos, cuatro círculos de piedra o crómlech, lo que parece un dólmen y el menhir o monolito mencionado. El yacimiento, situado en el límite de los municipios de Urnieta y Hernani, aunque perteneciente, como se dijo, al primero, fue excavado por el arqueólogo donostiarra Xabier Peñalver Iribarren entre 1983 y 1985.




miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Ojo de Aitzulo o de Tártalo, Araotz-Oñati

Hace pocos días hablamos de un personaje mitológico vasco, el gentil Tártalo, conocido con el apelativo de 'el devorador de pastores'. Los gentiles eran aquellos seres sobrenaturales, aquellos gigantes anteriores a la cristianización, los cuales han sobrevivido bajo el apelativo de gentiles, que era el término que el cristianismo aplicaba a lo diferente a lo cristiano, es decir, a lo pagano. Hoy vuelve a ser protagonista Tártalo, pues nos acercamos a un bello capricho de la Naturaleza que toma el nombre de Ojo de Tártalo, aunque es más conocido como Ojo de Aitzulo. No hemos encontrado ninguna evidencia en forma leyenda, ni elemento mitológico más allá de la identificación con este personaje en su denominación, lo cual no es poco, por supuesto, pero independientemente de ello, la sola belleza de esta sucesión de arcos naturales ya merece un lugar en este blog, pues aunque entráramos en la mera especulación, es más que evidente que algo así no pudo pasar desapercibido para antiguos moradores de estos parajes montañosos. Estamos, de nuevo, en Araotz, dentro del municipio de Oñati, donde hace escasas fechas nos acercamos, en esta web, para conocer un ritual de fertilidad alrededor de una piedra que se encuentra junto a una cueva. Para llegar al Ojo de Aitzulo o de Tártalo debemos llegar hasta los pies del monte Orkatzategi, donde este capricho geológico se encuentra, todo un santuario de la Naturaleza.

Foto: José Cantorna - flickr.com

Fuente: noticiasdegipuzkoa.com

Oñati está salpicado de impresionantes rincones naturales, entre ellos Aitzulo: un verdadero capricho de la geología. Uno de esos lugares mágicos y singulares de la geografía vasca que no pasa desapercibido. Una sucesión de arcadas abiertas en la roca caliza se resuelven en esta gigantesca ventana desde donde puede admirarse el valle oñatiarra.
El excursionista que recale en este espectacular paraje, uno de los escondrijos del entorno de Araotz, sentirá que se aleja de la estela urbana para sumergirse en una auténtica catedral natural. La oquedad de Aitzulo merece degustarse con tranquilidad. 
[...] A los pies del monte Orkatzategi, en su paredón calizo se abre el tremendo ojo de Aitzulo, que reposa vigilante. Quien se detiene en él podrá regalar a la vista un paisaje conmovedor, escuchar el susurro del viento que peina los árboles y presenciar el vuelo circular de las rapaces. En el fondo del agujero, la carretera cruza un puente y se adentra por el desfiladero de Jaturabe, que curiosamente y haciendo un poco de historia, fue refugio para los guerrilleros carlistas del cura Santa Cruz y pasillo de contrabandistas tras la Guerra Civil.



martes, 21 de noviembre de 2017

El olmo de El Monasterio de Santa María de la Cruz, Cubas de la Sagra

Hay lugares en los que su pasado sacro conocido no va más allá de unos siglos, como el caso que hoy traemos, el del Monasterio de Santa María de la Cruz, también conocido como Convento de Santa Juana, pues en él estuvo en el siglo XVI la conocida como Santa Juana de Cubas. El paraje en el que se encuentra este monasterio se halla a las afueras de Cubas de la Sagra, municipio al que pertenece, aunque se encuentra, igualmente, muy cerca de Casarrubuelos, otro pueblo de la conocida como La Sagra madrileña. Pero lo que más llama la atención, para quien busca la ancestralidad a los enclaves que va descubriendo, es la existencia de un olmo centenario, a pesar de que, tristemente, la grafiosis acabó con este magnífico ejemplar, como ha ocurrido con tantos otros en las últimas décadas. El tronco de este olmo se puede contemplar a la entrada del monasterio, justo en mitad de la verja, donde se le da un trato reverencial, pues se le tiene acordonado y adornado con hiedra y alguna que otra planta ornamental. En muchos de estos lugares existen leyendas cristianas de apariciones marianas en árboles o junto a árboles. En este lugar se dice que se apareció la Virgen a una niña de nombre Inés -conocida popularmente como Inés de Cubas- en el siglo XV y que por ese motivo se construyó este monasterio en dicho siglo. Pero de lo que nada se dice es que la aparición se diera junto a ese árbol, si es que ya existía por aquel entonces. Independientemente de que la leyenda no una a nuestro árbol protagonista con dicho suceso legendario, lo que es cierto es que la singularidad que parecía tener este olmo en aquel monasterio me hizo recordar la ancestralidad que estos seres arbóreos tuvieron desde hace milenios, dándose curiosas simbiosis entre éstos y distintos templos cristianos. Quién sabe, quizás estemos ante el que fue el sucesor de otros árboles singulares que marcaban un antiguo lugar de culto junto a un camino que unía y une las dos poblaciones mencionadas: Cubas de la Sagra y Casarrubuelos.
Hemos de decir que todos los años se celebra una romería al monasterio desde la población de Numancia de la Sagra, la que anteriormente se llamaba Azaña, pues la santa de este monasterio era natural de dicha población, con lo que existe un ritual alrededor de este lugar que, quizás, pudiera venir de tiempos más lejanos a la existencia de la actual leyenda.
Acompañamos la ficha con la transcripción del texto del cartel que hay junto al árbol, ya antiguo y casi ilegible, anterior a la muerte de nuestro protagonista de hoy.

Foto: Iberia Mágica - 16/11/2017

Fuente: Cartel explicativo junto al árbol.

En el medio natural podemos encontrar olmos cercanos a las zonas de ribera, donde sus raíces prosperan a pesar de las inundaciones. Pero ha sido su rápido crecimiento y su resistencia lo que le ha convertido en el árbol preferido desde la antigüedad para acompañar a los seres humanos. Por eso los olmos forman parte de nuestro entorno cercano y comparten nuestras vidas desde hace cientos de años.
Actualmente tanto las olmedas españolas como los viejos ejemplares que daban sombra en plazas y calles han disminuido drásticamente debido a una enfermedad importada de Asia: la grafiosis. A pesar de sus graves efectos, aún permanecen en pie unos cuantos grandes olmos como éste, testigos de aquellos tiempos cuando los olmos eran frecuentes y abundantes en el paisaje rural y en el entorno cercano de nuestros pueblos.


Foto: Iberia Mágica - 16/11/2017

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Toledo y su origen mitológico troyano

Volvemos a Toledo para mencionar otra de las leyendas existentes sobre su origen mitológico. Si hablamos, en su momento, de su origen herculano, hoy volvemos para manifestar su origen troyano y lo queremos hacer utilizando la obra de un pintor tan asociado a esta mágica ciudad, capital de la antigua Carpetania, como es Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco, y una de sus últimas pinturas, como es Laocoonte. En 1609 El Greco pintó el original de Laocoonte y dos copias. La original, junto a otras obras de distintos autores, incluida una de Leonardo da Vinci, fue pasto de las llamas en el incendio que sufrió el Alcázar de Madrid, solar que ocupa actualmente el Palacio Real, en 1734. De este modo quedaron sólo las dos copias, conociéndose, en la actualidad, la que se encuentra en la Galería Nacional de Arte de Washington (Estados Unidos), de la que aportamos una fotografía en la entrada.
En la pintura, como se puede comprobar, además de los troyanos Laocoonte y sus hijos, a los que sendas serpientes dan muerte, aparece a la derecha del cuadro una pareja, la cual que se ha asociado a distintos personajes y al fondo, lo que resulta más curioso, no aparece la ciudad de Troya, que sería lo normal en dicha escena, sino la de Toledo.
Pedro Ortega, autor de un artículo titulado "Tras las claves del entierro del señor de Orgaz", en una reciente entrevista radiofónica, nos relata el motivo de la aparición de Toledo, y no de Troya, en la obra de la que hoy hablamos, apuntando a la conexión mitológico-troyana de la ciudad de Toledo.



Fuente: Pedro Ortega

El Greco se ve fascinado por la obra helenística sobre Laocoonte que está en los Museos Vaticanos de Roma, que es este personaje musculoso con cabello largo y barba, que está con sus hijos rodeado de serpientes, encontrándose en unas posturas totalmente en escorzo, que dan una mayor impresión de violencia, y que causó sensación, cuando se halló en 1506, al tener defensores como Miguel Ángel.
Laocoonte era un sacerdote de Apolo en la ciudad de Troya. Los griegos, como es bien conocido, hacen la treta de presentar un caballo gigantesco ante las murallas de Troya, el cual está lleno de soldados. Éstos parecen entregarlo como un presente o regalo a la ciudad de Troya, pero el caso es que cuando los troyanos van a introducir este caballo gigantesco tras las murallas, Laocoonte se rebela, porque se da cuenta de que es un mal augurio, disparando una lanza contra este caballo, momento en el que surgen de la tierra dos serpientes, enroscando y matando a Laocoonte y a sus hijos. Ésa es la escena que representa esta escultura helenística y la que va a representar también El Greco en su Laocoonte. Él no va a copiar, estrictamente, esta obra helenística, sino que va a hacer una libre interpretación. Va a colocar, por un lado, a Laocoonte tendido en el suelo, luchando con una serpiente, junto a sus hijos también en posiciones muy extrañas, como es costumbre en la obra de El Greco, y apareciendo a un lado dos personajes que se ha especulado que podrían ser Apolo y Artemisa o Paris y Helena, ya que estábamos hablando de la Iliada, pero que también dicen que podrían ser Adán y Eva. Pero lo más curioso de esta obra, aparte de todo lo legendario, es el fondo del cuadro, donde hay un paisaje en el que aparece una ciudad. Esa ciudad tendría que haber sido Troya, pero no es Troya, sino la ciudad de Toledo y aquí entroncamos con una leyenda que habla de que Toledo en su día podría haber sido fundada por los descendientes de dos troyanos que serían Telemón y Bruto. De este modo, con esta obra, El Greco no sólo está haciendo honor a esa leyenda griega de La Iliada, sino que está colocando el origen mítico de la ciudad de Toledo en ese pasado legendario, heredero de la ciudad de Troya.



martes, 14 de noviembre de 2017

Necrópolis romana de El Pelícano, Arroyomolinos

En la población cercana, en su curso medio, al río Guadarrama de Arroyomolinos, existe una importante necrópolis que aún no habíamos traído al blog: la Necrópolis de El Pelícano. A pesar de que en 1991 Juan Antonio Ayllón manifestó la existencia del yacimiento, no fue hasta el año 2002 cuando se inició la primera intervención arqueológica. El descubrimiento más importante fue el producido en 2008, del que extraemos parte de una noticia aparecida en la edición digital del diario El País en el mes de julio de aquel año, que no es otro que el hallazgo de un importante mausoleo que ocultaba dos sarcófagos de plomo. Parece ser que la necrópolis está relacionada con dos cercanas villas romanas a menos de un kilómetro de distancia, la conocida como Villa de las Castañeras y Villa del Barranco de Zarzalejo.
Este fin de semana se celebrará, precisamente, en Arroyomolinos, la segunda edición del Congreso Internacional de Historia y Arqueología In Rure, donde se tratará sobre el mundo funerario en la Antigüedad y la Edad Media, congreso en el que se ha prometido hacer públicos nuevos descubrimientos sobre esta necrópolis.

Túmulo funerario subterráneo - Foto: elpais.com

Fuente: Rafael Fraguas - elpais.com 12/07/2008

Data del siglo IV de nuestra era y contiene restos humanos de siete cadáveres, así como dos sarcófagos de plomo, atravesados por maderos, que permanecen aún sin abrir bajo una bovedilla. Presumiblemente, uno de ellos perteneció a un patricio paterfamilias, morador de una villa romana próxima, y el otro fue colectivo; todos fueron enterrados en esta necrópolis, sobre una vaguada que hoy es una parcela a punto de urbanizar y que esconde muchos otros vestigios. Entre ellos figuran dos pilares de un atrio contiguo a los sepulcros, más una trama aldeana próxima a los mausoleos.
[...]El hallazgo incluye, además de los restos humanos, muretes domésticos de piedra y senderos, así como materiales cerámicos, terrasigilatas y fragmentos de ajuares de una secuencia anterior, hacia el periodo alto-imperial en torno al siglo I; y su evolución hacia las etapas visigoda, islámica y altomedieval, una alquería del siglo XIII.
La cámara contigua a los dos mausoleos formaba parte de los ritos funerarios de Roma. En ella se solía introducir hidromiel, que impregnaba su interior, donde, junto al cadáver, con sus atributos, fíbulas, cinturones, collares o diademas, se colocaba una muestra de banquete postrero.
[...]Encima de este sarcófago han sido hallados restos de hasta siete cuerpos humanos, procedentes de otros enterramientos ulteriores, dentro de la misma etapa. El sarcófago más pequeño, en esta ocasión colocado de forma vertical en el muro, podría pertenecer a un niño. En el perímetro de los dos mausoleos se encuentran dos pilares que jalonaban un atrio o nártex hoy desaparecido. 



domingo, 12 de noviembre de 2017

Ermita de San Elías, la Cueva de Sandaili y su ritual de fertilidad, Araoz-Oñati

Seguimos en Guipúzcoa para dejar constancia, en el blog, de otro ejemplo de ritual de fertilidad, de los muchos existentes en la Península Ibérica. No lejos del barrio de Araoz de Oñate, se encuentra la Ermita de San Elías, junto a la Cueva de Sandaili, en otro claro ejemplo más de simbiosis entre templo y cueva. Allí las mujeres de distintos pueblos subían a realizar sus distintos rituales de fertilidad que la fuente aportada más abajo, en esta ficha, describe con claridad. Se habla, en este caso, de que San Elías podría estar cristianizando a una vieja divinidad indígena del lugar. Así, llama la atención encontrar a un religioso, en este caso franciscano, de nombre Martín Mendizábal, estudiando estos asuntos, tan ocultados por los integrantes de la Iglesia, y relacionando el nombre de la cueva Sandaili, no con San Elías, sino con Santa Ylia, que especula podría cristianizando a una antigua divinidad de nombre Ivulia.

Foto: alavaentusbotas.blogspot.com

Fuente: Marian González - Diario Vasco 13/03/2011

Junto a las escaleras que suben hacia la ermita encontramos un abrevadero de piedra labrada, que recoge las gotas que rezuman de las paredes. Era el escenario de unas misteriosas ceremonias de fertilidad, que probablemente hunden sus raíces en remotas creencias de origen celta y que se prolongaron hasta la segunda mitad del siglo XX.
El etnógrafo José Miguel de Barandiarán recogía en su «Diccionario ilustrado de la mitología vasca», que las mujeres de Salinas de Léniz iban hasta Sandaili y sumergían en la bañera de piedra tantos dedos de la mano como hijos quisieran alumbrar. Entre las de Oñati, en cambio, la costumbre consistía en meterse en el agua hasta la cintura, «operación que se expresa con la palabra berau, ablandarse». Otras mujeres dejaban ofrendas de ceras y aceites, se lavaban las manos o mojaban ropas infantiles.
También caminaban hasta la gruta los habitantes de algunos pueblos alaveses cercanos, que venían a pedir lluvias en tiempos de sequía. Estos baserritarras rezaban a San Elías, a quien está consagrada la ermita de la cueva, pero en realidad ese nombre podría ser la adaptación cristiana de un viejo culto pagano. Y es que la denominación de la gruta, Sandaili, quizá no derive de San Elías sino de Santa Ylia según las investigaciones del franciscano Martín Mendizabal, y esta podría relacionarse con la diosa Ivulia.
En el fondo de la gruta se hallaron además huesos humanos y fragmentos de vasijas, probablemente de aquellos antepasados prehistóricos que iniciaron las ceremonias mágicas de Sandaili.


Foto: alavaentusbotas.blogspot.com




El macizo de Aizkorri, el dolmen de Tártaloexte y el gentil Tártalo, Guizpúzcoa

Volvemos a bucear en la rica mitología vasca. Y cuando hablamos de mitología vasca, siempre, o casi siempre, aparecen las montañas como protagonistas. Hoy nos acercamos al macizo de Aizkorri, al pico de su mismo nombre dentro de este conjunto montañoso, con 1528 metros de altitud. Junto a este pico, en un dolmen de nombre Tártaloexte, del que no hemos encontrado ninguna imagen, tiene su morada el gentil -aquellos gigantes deformes de la mitología vasca- Tártalo, de ahí el nombre del propio megalito como "casa de Tártalo". Muy cerca, en el monte Aketegi, también perteneciente al macizo de Aizkorri, tiene la diosa Mari otra más de sus moradas. En la cima del Aizkorri se construyó la Ermita del Santo Cristo, lo que nos da una prueba más de encontrarnos ante una antigua montaña sagrada, pues ya sabemos que este tipo de templos u oratorios no se levantaban aleatoriamente y menos en lugares de difícil acceso, como es la cumbre de una montaña.

Cima del Aizkorri y Ermita de Santo Cristo, con Peña Aratz emergiendo al fondo sobre un mar de nubes. Foto: deviajeporeuskadi.com

Fuente: Montañas sagradas en el País Vasco y su mitología - María Constanza Ceruti

Los megalíticos característicos del paisaje arqueológico de Euskadi aparecen en la mitología vasca como estrechamente vinculados a los míticos “gentiles” a quienes se caracteriza como gigantes -usualmente deformes- que moran en las montañas. “Tártalo”, un gentilemparentado con los cíclopes de la mitología
mediterránea, tiene su morada en un dolmen en el macizo de Aizkorri, cuya cima de 1528 metros constituye la máxima elevación de Guipuzkua. El paraje asociado con dicho megalito recibe la lógica denominación de Tártaloexte (“casa de Tártalo”). A la toponimia se suman los relatos folklóricos: el gentil Tártalo ha sido avistado personalmente por una anciana que pastorea en la región (Luis del Río, comunicación personal).

lunes, 6 de noviembre de 2017

Capela de San Alberte, Ribeira

Nos acercamos a la comarca gallega de O Barbanza, a la población de Ribeira, donde encontramos otro caso de simbiosis entre templo cristiano y lo que parece ser un antiguo santuario rupestre. Hablamos de la Capilla o Capela de San Alberte y el monte del mismo nombre, en cuya cima se encuentra la ermita, con lo que podemos decir, también, que estaríamos, seguramente, ante lo que fue un monte o montaña sagrada, de las tantas existentes en la Península Ibérica en general y en Galicia en particular. Por tanto tenemos tres elementos, como son la ermita o capilla, la roca sacra y la montaña que hacen sospechar sobre esta clara vinculación.
La panorámica alrededor es muy amplia, con una hermosa vista de Ribeira a un lado y el Parque Natural de Corrubedo al otro lado, característica que se suele dar en muchos de estos lugares.

Foto: xoanarcodavella.com



viernes, 3 de noviembre de 2017

Relieves del santuario romano de Frende, Frende-Baião

En el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa se pueden contemplar sendos relieves en granito, de época romana, que proceden de un santuario romano hallado en Frende, freguesia del concelho -concejo- de Baião, en el distrito de Oporto. Los hallazgos están a caballo entre los siglos III y IV d. C., es decir, en el paso del paganismo al cristianismo, por lo que existen testimonios de ambas religiones en dicho enclave, así aparecieron tumbas antropomorfas paleocristianas, por lo que las divinidades que allí serían objeto de culto, fueron sustituidas, en el santoral, por la figura de San Juan Bautista. Pero centrándonos en los relieves, el primero representa una especie de curioso ritual en el que tres oficiantes, con una especie de manto en la cabeza o moño, no se sabe muy bien, ofician lo que han venido a interpretar, según el texto explicativo del propio Museo, como una especie de ritual de iniciación, con respecto a un cuarto individuo. Por último, el otro relieve representa lo que parece va a ser el sacrificio de un bovino.

Foto: agrupamento-vale-ovil.edu.pt

Fuente: Fichas del Museo Nacional de Arqueología (traducción del portugués)

Gruesa losa de granito con un relieve, en una de sus caras, que representa una procesión. En ésta, cuatro personajes de pie se encuentran cubiertos de ropa larga, pareciendo tener en sus cabezas unos moños de gran tamaño o unos mantos con los que cubren sus cabezas. Se trata de un cortejo iniciático, en el que un personaje saluda a otro, al que le siguen otros dos oficiantes. 
[...] La conducción de animales para el sacrificio y las procesiones documentan actos que se realizaban en los templos y que eran representados con frecuencia.



jueves, 2 de noviembre de 2017

El teónimo Quangeius, Malpartida de Plasencia

Traemos un teónimo que hasta ahora no había aparecido por el blog de nombre Quangeius. Lo hemos conocido a través de un estudio que se centra en la búsqueda de divinidades, ya fueran vetonas o romanas, en la zona noreste de la provincia de Cáceres. En lo que se refiere a esta divinidad y esta zona concreta, el único caso conocido de esta divinidad de facultades salutíferas, que ha sido asociado a distintas divinidades romanas, se halló en Malpartida de Plasencia, pero existen más ejemplos que se extienden, no sólo en zona vettona, sino por tierras de antiguos lusitanos, como Guarda, Coimbra o Castelo Branco. Como ocurre con muchos de estos teónimos, es muy poca la información que se puede hallar, más allá de la fuente que aportamos más abajo, con lo que, al menos, dejamos constancia de su existencia, a pesar de no poder profundizar más en su descripción, ni poder aportar ninguna imagen del ara o la inscripción de Malpartida de Plasencia.

Malpartida de Plasencia - Foto: panoramio.com

Fuente: Divinidades y lugares de culto vetones y romanos en el noreste de la provincia de Cáceres - Julio Gómez Santa Cruz y Julio Esteban ortega

Otra divinidad masculina que acumula atributos salutíferos es Quangeius, del que se documenta un único testimonio procedente de la localidad de Malpartida de Plasencia. Este Quangeius rebasa el Tajo y se prolonga hasta la zona de Portalegre y extiende su culto por la vertiente izquierda del río Mondego, entre las ciudades portuguesas de Guarda, Coimbra y Castelo Branco. Se ha considerado a Quangeius como una divinidad de carácter soberano, vinculado a Júpiter, y también, basándose en la etimología de la palabra, como un dios lupino o canino o en relación con una etnia que llevara el nombre de este animal. Quizás haya que vincularlo con Apolo que también tiene su vertiente lupina (Apolo Lyckaios).


 
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